Es suficiente comenzar con algo más bien patriótico, por las condiciones en las que nos encontramos en este momento.
Quise referirme a un personaje que fué relevante en nuestro país y que gracias a él y a otros tantos podemos decir que ¡¡ Aún tenemos patria ciudadanos!!.
Manuel Rodríguez Erdoíza; Un hombre de valores.
Manuel Rodríguez, el más grande héroe de nuestra patria, fue asesinado cruel e injustamente, debido a su comportamiento, considerado peligroso por la Logia Lautarina, ya que este hombre, inculcó en el pueblo nacional, valores, principios y lo más importante; el seguir luchando por nuestra libertad e identidad nacional.
Manuel Javier Rodríguez Erodoíza, nació el 24 de febrero de 1785, en el seno de una familia aristócrata pero con graves problemas financieros. Hijo de Carlos Rodríguez de Herrera y Zeballos y María Loreto de Erdoíza y Aguirre. Estudió en el Convictorio Carolino junto a su gran amigo José Miguel Carrera, con quien después, formaría una alianza sumamente importante para el futuro de la nación. Egresó de la Real Universidad de San Felipe, en ella estudió cánones y leyes. No se pudo titular por falta de recursos. Se presume su matrimonio con Francisca de Paula Segura y Ruíz, matrimonio del cual tuvieron un hijo llamado, Juan Esteban Rodríguez Segura.
Su carrera militar comienza el 2 de diciembre de 1811 con el grado de capitán. Tras el triste episodio de la batalla de Cancha Rayada, decide crear el escuadrón militar denominado Los Húsares de la Muerte. Se va a la Argentina, colabora con José de San Martín y desde ese entonces, lo acusaron de agente secreto y montonero por los métodos que utilizó, para enfrentar de diversas formas al pusilánime gobernador, Casimiro Marcó del Pont.
Llegó a ocupar el cargo de Coronel del ejército. Muere el 26 de mayo de 1818, en un sector llamado Cancha del Gato, en las cercanías de Til-Til. Sus restos fueron devueltos a la ciudad de Santiago en el año 1895, aunque una exhumación clandestina, determinó que el cadáver, no pertenece a Manuel Rodríguez, por lo que se continúa investigando sobre el paradero de sus restos.
“Manuel Rodríguez, fue el primer demócrata sincero que aparece en el mundo político chileno”… (Ricardo Latcham). Esto lo puedo explicar, debido a su desinterés en los honores y cargos importantes que muchas veces le ofrecieron para que renunciara a su noble causa, a sus valores, a su ideal de libertad y justicia por el pueblo
Cuando se habla de valores, personalmente, para mí, son las reglas, las normas que se deben seguir o en algunos casos imponer, para guiar una cultura y llevarla a un estado superior. Entiéndase por cultura; Trayectoria del hombre que tiene que ver con el ambiente que nos rodea, está en continuo cambio, se mantiene sana a través de la educación. Es un proceso integrador, dependen de la relación con la sociedad y se transmite de generación en generación.
Los hechos que protagonizó Manuel Rodríguez, fueron a causa de un ideal que él quería instalar en la sociedad chilena; La libertad y la identidad nacional, que en ese momento, no existía en el país. Lógicamente Manuel, contribuyó a la causa de su buen amigo José Miguel Carrera, si bien es cierto, José Miguel, tuvo buenas intenciones, también éstas se transformaron en un interés personal, es decir, Carrera, pensaba que sin él, la patria no podría liberarse, ya que necesitaba un líder, como él. A diferencia de su amigo Manuel, que sólo le interesaba el bien común para la sociedad y que se estableciera un orden, legislado por gente competente, sabia, pero también influyente y justa. Esto me recuerda un tanto a Santo Tomás de Aquino, por el concepto de bien común (Entregar lo mejor del ser al pueblo, lo mejor para todos) como a Tomás Moro, por su ideal de igualdad de oportunidades (específicamente en la parte de la Isla de los utopienses, del libro “La Utopía”).
Los valores más importantes de Manuel Javier, fueron; el amor a la libertad y a la justicia para el pueblo, fue un hombre muy generoso. Como expuse anteriormente, Manuel no tuvo el dinero para poder titularse de abogado. Se ofreció para enseñar gratuitamente en la Real Universidad de San Felipe y así poder llevarse, el tan ansiado certificado que lo acreditaría como abogado. Eso, es un gesto de generosidad, quizás algunos, pueden pensar que simplemente lo hacía para obtener el dichoso papel, pero, por supuesto que el papel, sí importa, porque él, también, creyó que esa era su forma, de entrar más fácilmente, a las juntas de gobierno y expresar su pensamiento, en contra de la opresión española.
Fue un hombre extremadamente ingenioso, atrevido por excelencia. Un ejemplo claro de esto es, cuando no le importó, encontrarse en el mismo sitio que Casimiro Marcó del Pont, disfrazado de guardia e incluso abrirle la puerta del carruaje en el que venía a una de sus tantas reuniones.
Otro ejemplo claro de sus hazañas, fue el memorable episodio del borracho, en el cual, Manuel, se encontraba con Eulogio Celis (hacendado colchaguino), realizando un plan para entregar armas a los demás montoneros de la provincia. Se percata de la aproximación de los soldados realistas y se metió en un cepo que tenía Celis (Ahí castigaban a los ebrios y delincuentes). Les hace creer a todos que se encuentra profundamente borracho, por lo que los soldados le dicen a Celis que lo suelte en un rato más, hasta que se le pase la borrachera.
A éste hombre, no le cabía en su cabeza, la idea de los prejuicios, la hipocresía, muy acentuada en la época. Estoy totalmente de acuerdo con el escritor Ricardo Latcham, al decir que Manuel, fue el primer demócrata sincero. Demócrata porque siempre escuchó la opinión de sus colaboradores y supo las necesidades y carencias del pueblo. Sincero, está demás la explicación, el nunca tuvo vacilación alguna, en decir lo que pensaba. Él, siempre tuvo la idea muy clara de la mentalidad y la actitud de algunos en la sociedad, obviamente, con esto se refirió a los realistas. Existe una carta que le envió al general José de San Martín, en la cual señala que los chilenos, no tenían amor propio ni la delicada decencia de ser libres.
“Fue un hombre muy culto, con ideas brillantes, pero a menudo lo traicionaba su carácter apasionado e impulsivo”… (Ricardo Latcham). De ésto, pienso que este mismo carácter, fue lo que, lo llevó a ser, en la actualidad, un ídolo de la sociedad chilena, un prócer. A mi parecer, éstas, son cualidades, no defectos. Es habitual, ser traicionado por tus propios pensamientos, si éstos no te dejan otra escapatoria. Quizás, no estoy siendo muy aristotélica que digamos, pero sí, me agrada el ideal romántico de Manuel Rodríguez. Sé, que en ese sentido lo hizo fantástico, aunque a muchos les parezca una actitud inadecuada.
Otro hito que resalta sus valores, es la esperanza de éste hombre cuando tras el desastre de Cancha Rayada (aunque él no estuvo presente, pero se enteró en Santiago) aparece con el grito; “¡¡Aún tenemos patria ciudadanos!!”. La esperanza, fue lo que nunca perdió, algo que muchos de nosotros podemos hasta olvidar, en cualquier instante del día, inclusive, en cosas y situaciones totalmente banales.
El valor que más me agrada de éste hombre es su audacia, valentía, gallardía, el honor y sobretodo el amor incondicional a los que estaban con él, el profundo amor a su amistad con los hermanos Carrera, que tras enterarse del horrible fusilamiento en Argentina, no dudó ni un instante en ir, a enfrentar a Bernardo O’Higgins entrando en caballo, al palacio de gobierno. Lo responsabilizó por la muerte de sus amigos y criticó su autoridad. Este hecho es el que lo lleva (aunque por otros caminos) finalmente a la muerte el día 26 de mayo de 1818.
He querido destacar, que gracias a sus ideales, Manuel Rodríguez ha sido conmemorado por una suma de seguidores, que incluso, han compuesto grandes clásicos del folclor chileno.
Quise escribir, una estrofa de mi tema favorito a éste héroe.
“Dicen que es Manuel Rodríguez
y que lo llevaban,
camino a Til-Til.
Que el gobernador no quiere
ver por la cañada
su porte gentil.
dicen que en la guerra fue,
el mejor y en la ciudad,
le llaman, el guerrillero
de la libertad"
En esta estrofa claramente indica el momento cuando lo apresan por orden de Bernardo O’Higgins, tras el coraje que tuvo al ingresar en caballo a La Moneda. Obviamente, alguien está relatando la historia de su vida y esta persona sufre, por la pérdida del ídolo nacional, pero admira su valentía, su astucia, la justicia y el amor a la libertad.
